jueves, 15 de agosto de 2013

Besos.

Besos calmados, casi imperceptibles, ligeros como suspiros, intensos huracanes de sensaciones que desordenan el alma. Besos en los labios, en la lengua, en las comisuras del corazón, en cada recoveco del espíritu, besos con esencia y besos con paciencia. Besos ardientes, profundos y apasionados, besos con la lengua, besos con los labios. Besos en el cuello, besos al oído y besos en el pecho que llegan al corazón. Besos en las manos como muestra de respeto, besos en las muñecas que llegan al vientre derrochando erotismo. Besos secretos por la espalda y besos pudorosos a la cara. Besos que cubren y besos que desnudan, besos húmedos que recorren la piel sin direcciones ni miramientos. Besos ansiosamente insaciables que agotan el oxígeno y ahogan el ser. Besos impuros que nadie confiesa y todos disfrutamos. Besos que comunican almas. Besos con las manos, caricias con los labios. Besos sin límites ni reparo.

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