Besos calmados, casi imperceptibles,
ligeros como suspiros, intensos huracanes de sensaciones que
desordenan el alma. Besos en los labios, en la lengua, en las
comisuras del corazón, en cada recoveco del espíritu, besos con
esencia y besos con paciencia. Besos ardientes, profundos y
apasionados, besos con la lengua, besos con los labios. Besos en el
cuello, besos al oído y besos en el pecho que llegan al corazón.
Besos en las manos como muestra de respeto, besos en las muñecas que
llegan al vientre derrochando erotismo. Besos secretos por la espalda
y besos pudorosos a la cara. Besos que cubren y besos que desnudan,
besos húmedos que recorren la piel sin direcciones ni miramientos.
Besos ansiosamente insaciables que agotan el oxígeno y ahogan el
ser. Besos impuros que nadie confiesa y todos disfrutamos. Besos que
comunican almas. Besos con las manos, caricias con los labios. Besos
sin límites ni reparo.

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