Las personas tenemos pozos, es así, es
un hecho, cada uno tiene sus pozos en los que caer aislándose de
mundo. Hay muchos tipos de pozos, incluso pozos para dos, menos
solitarios pero no por ello menos aterradores. Cuando caemos en un
pozo todo se vuelve oscuro, el mundo de alrededor pasa a ser el de
arriba, dejamos de formar parte para ser meros espectadores de un
show visto desde la peor de las butacas. La oscuridad nos impide ver
las posibilidades y los modos de salir de allí, o quizás somos
nosotros los que cerramos fuerte los ojos para acomodarnos en
nuestras propias tinieblas. Hay personas que se vuelven adictas a sus
tinieblas y están tan cómodas allí que creen que el mundo puede
esperar. O quizás creen que ése es su lugar, pero no es así, los
pozos son estancias provisionales.
No hay peor error que mudarse a un
pozo, existen personas que tienen tanto miedo a volver al mundo que
convierten el pozo en su mundo, se mudan. Trasladan todas sus
pertenencias allí e incluso tienen invitados eventuales. No sabría
identificar esto como bueno o malo, después de todo, no es más que
pura percepción. Lo que sí sé, es que todo lo vivido allí será
un engaño, tiempo mal invertido, una vida equivocada, nunca nadie
podrá ser feliz en sus oscuridades, es más, cuantas más cosas
traslades a tu agujero, más te hundirás, es así, las cosas pesan.
¿Cómo salir?... pues depende del tipo
de pozo y la intensidad del golpe, incluso del tiempo que llevas
allí.
Es posible, de eso no hay duda. Lo
principal es creer, creer en uno mismo y en su potencial.

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