Letras que ansían ser escritas en
consonancia con sentimientos reprimidos por unos labios cosidos.
Todos ellos se han obcecado en el interior del tubo de tinta de un
bolígrafo, o quizás en un teclado junto a un cerebro bloqueado,
unas cuerdas bucales insonorizadas por un rostro demasiado familiar.
O quizás por un mensaje no esperado, unas palabras sorprendentes
para unos ojos que ya no recuerdan haber leído buenas noticias. Lo
agradable se ha censurado por miedo al fracaso, terror a lo oculto
aunque esta vez no haya nada que ocultar. Tal vez costumbre, tal vez
cobardía. Quizá se castigue por no haber hecho lo correcto, tal vez
tema no saber qué es “lo correcto” o desconozca su paradero.
Puede ser que no recuerde su identidad o que nunca llegase a
descubrirla. Le asusta la verdad, puede aparecer en cualquier
momento, incluso es probable que la ronde a menudo aunque no sea
consciente de ello. Da tantas vueltas y recorre tantos recovecos que
habita la confusión contante, el aturdimiento la ha poseído, o al
contrario, eso nunca nadie lo sabrá...

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